8 d’oct. 2012

Cuentecito que puede venir a cuento.

Un día de otoño un enanito encontró llorando a una enanita.
- ¿Qué te pasa?, - le preguntó enanito a enanita. 
- Pues que estoy triste y desconsolada, - respondió ella. 
- ¿Y por qué?, - volvió a preguntar enanito a enanita arqueando sus enanas cejas. 
- Pues porque hace un tiempo tropecé de tan mala manera que además de romperme la crisma a mi alma también se torció el tobillo... y desde entonces no me he podido mover de este lugar tan horrible, - respondió enanita compungida.
- ¿Lugar horrible dices?: espetó enanito mientras miraba a su alrededor.
- Si, - dijo ella:  - mira por ejemplo aquella esquina llena de feos trastos. 
- Pues yo sólo veo unas preciosas flores amarillas - suspiró enanito mientras se rascaba la cabeza.

(Y justo en ese instante enanita reparó en lo bonito que era el escarabajo que en ese momento le quería subir por la pierna)

Ya sé que cuesta... pero hay que empeñarse en intentar ver flores.

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